QUE PENALICEN LOS AVISOS
Y contados sin compasión, a partir del clarín. Si el diestro pierde tiempo brindando o esperando que le cierren el toro, con su pan se lo coma. Hasta ahora penalizaban aunque contaban a partir del brindis. Como el año pasado hubo polémica con Borja Jiménez, en 2024 han decidido que pelillos a la mar en este tema. Pues no. Hay que evitar que los toreros nos castiguen con corridas de más de 160 minutos como ésta de Cercedilla. Nuestro radicalismo contando el tiempo lo haríamos extensivo a todas las plazas (si nos dejasen incluso bajaríamos los diez minutos a ocho y nunca contando a partir del primer pase sino, como decimos, del toque de clarines).
Si usted, desocupado leyente, tiene cosas mejores que hacer, olvídese de leer lo que viene a continuación porque no se perderá nada y se indignará viendo algunos pitones. Hombre, si es afiliado o simpatizante de la Asociación El Toro de Madrid, vaya directamente a la conclusión ya que le pegaremos sin acritud un toque a cuenta de su publicación recordando a Victorino.
En la Chenel de ayer se lidiaron tres de Alcurrucén, impresentables, y tres de El Vellosino, sin trapío pero con defensas que dejaban en ridículo a las de los núñez. Comparen:
Señoras y señores, ¿no estamos en un certamen que organiza la Fundación EL TORO DE LIDIA? Pues un poco de respeto primero al aficionado y después al propio toro porque esto de otro de Alcurrucén pensamos que es humillante para ambos, el que viene de la taquilla y el que viene del campo:
La suerte de varas se simuló con un total de siete. No entendemos que haya que poner después seis banderillas a cada toro. Si los rehiletes son avivadores para espabilar al toro tras el quebranto en varas y no ha habido tal, ¿por qué no abreviamos?
Los tres diestros torearon con las taleguillas reforzadas. Costales no tuvo problemas en la presidencia aunque nos hubiera gustado que impusiera una línea de mayor exigencia en la casquería. Ni nos planteamos que al terminar la corrida se quedase a precintar cuernos y mandarlos a Canillas. Si los envió, estaremos encantados de rectificar.
LUIS DAVID ADAME. Su primero era un toro de Vellosino, negro, basto, badanudo, gordo, con poco cuello y mucho balano, con pelo de invierno y cornalón, en puntas.
Mostró de salida máxima humillación. Trámite en varas con gran desidia y con monopuyazo español. Después, vulgaridad en tres pares clavados con violencia por el maestro.
El toro era un bombón, blandito y dócil. Adame toreó de salón pero sin despertar nuestro interés por la poca entidad del enemigo, que en realidad era un amigo. Honda caída y atravesada, recibiendo pero no con pureza porque se movió y convirtió la suerte prácticamente en a un tiempo. Orejilla de todo a cien.
Su segundo de Alcurrucén era un colorado ojo de perdiz, silleto, acochinado y casi brocho. Vean qué carita, era para ser lidiado por aficionados prácticos y no por la pomposa Fundación:
Monopicó el maestro Cedillo, clavando trasero, barrenando con sevicia y tapando la salida con descaro, toda una lección.
El animalillo estaba asfixiado ya que no podía con los kilos que le sobraban. El americano quiso darle una importancia que no tenía pero no consiguió evitar nuestra somnolencia.
Estocada delantera, caída más cuatro descabellos.
ALEJANDRO FERMÍN. El año pasado aguantó a pie firme con una cornada hasta matar el toro de Quintas. Y al de Cáceres también lo recordamos de aquella novillada de patasblancas en Villaseca sólo para toreros machos. Recuerden aquí porque es una de las crónicas que hemos redactado más a gusto, nada que ver con ésta que están leyendo.
Se fue a porta gayola en su primero, un castaño oscuro, o negro muy chorreado en morcillo, cornigacho y muy pobre de pitones de Alcurrucén. Bueno, algo peor que pobre, ¿no creen?
Alegre pero suelto en una triste entrada. Bien Blanco, con el toro enterándose y esperándole:
Observen cómo cayó ese palo, con el arpón asomando por el pitón izquierdo:
El toro no valía gran cosa y Fermín estuvo por encima, con decisión y esforzándose por rematar bien los pases. Todo fue de ultraderecha, que conste, y con excesivos retorcimientos al final. Eso no es gustarse sino rozar el ridículo. Como torero no creemos que se te aceleren mucho las pulsaciones delante de esa carita...
Entera caída, tendidísima y traserísima, con telonazo y perdiendo la muleta. Dos avisos y deleznable su actitud pinchando al toro con desvergüenza en el morro antes de descabellar. No es el único, ¿por qué hacen eso? Nos perdonarán pero cuando vemos esa infamia estamos deseando que el toro pegue al autor un gañafón asesino que... Nos callamos.
Su segundo de Vellosino era un castaño oscuro, terciado, ojinegro, listón y bociblanco, con carita de niño pero con esos pitones casi extrañamente finos:
Dos largas de rodillas y tres verónicas de paso atrás antes de un simulacro en varas.
El torillo viajaba rebrincadillo pero con nobleza y blandura. Abusó de picar, como ven abajo, y de su derechismo habitual pero lo vimos mejor que a otros que torean mucho más que él.
Con la espada, muy mal: media nefasta perdiendo la muleta y sablazo aún peor. A pesar de ello, oreja de pueblo.
CRISTIAN PÉREZ. Su primero era de Vellosino y lo recibió en chiqueros. Era negro zaíno, anovillado y cariavacado:
Barrenada trasera desesperando al toro, que con su empuje voluntarioso no podía mover semejante caballo y semejante jinete. Y la carioca, que no falte. El puyazo en el espinazo, tampoco, ¡que horror!
Torete tontuelo que iba y venía con la cabeza suelta. Poco interés en el trasteo y excesivas muecas en el diestro. Dos pinchazo malos y entera caída y trasera, siempre sin cruzar y con el saltito que daba ya de novillero y que no ha eliminado.
Su segundo de Alcurrucén era un colorado oscuro, regordío, que se lidió casi a oscuras. La carita es ésta que ven:
Quiso empujar pero se afligió ante el mamut de Equigarce notando en la piel ese puyazo infame que ven:
Sorprendente segunda entrada donde el pobre cobra en el espinazo y lógicamente se repucha acordándose de la familia de Ney.
Fue el único toro que embistió con ganas de coger el engaño pero tras dos tandas se rajó. En el haber de Pérez, que le dio distancia y en el debe, que muchos muletazos parecieron trallazos.
Echó ciencia para cuadrar al toro, cosa ridícula, como explicábamos en esta entrada. Agarró una entera tendida arriba y se llevó una oreja baratita.
No tenemos intención de comentar toda la copa Chenel porque la verdad es que se nos hace muy cuesta arriba tragarnos estas corridas interminables y con bastantes toros presentados tan deficientemente. Iremos viendo sobre la marcha. Eso sí, los comentaristas televisivos estaban encantados de la vida ya que tienen que vender la moto aunque no tenga ruedas. De los pitones no dijeron ni mu.
Para terminar, dos recados. Uno a los cinqueñistas. En esta corrida hubo cuatro y nadie habría sido capaz de acertar cuáles. Fueron tan ceporros como los cuatreños, o sea que habrá que poner de una vez en cuarentena eso de que el cinqueño tiene un plus. En Cercedilla no hubo plus ni de pitones, ni de trapío, ni de mala intención.
El segundo va para los amigos de la Asociación El Toro de Madrid. Nos mandó un amigo este recuerdo a Victorino Martín Andrés donde subrayamos lo que hemos criticado varias veces desde nuestro modesto blog:
Esa frase no tiene sentido porque en la web la cambiaron. ¿Qué quiere decir eso de que 'cae el toro'? ¿Donde cae? Durante muchos años figuraba en letras estelares cuando entrabas en esa web la frase auténtica del paleto: SI SE CAE EL TORO, SE CAE LA FIESTA. Eso sí tiene todo el sentido. Sin embargo, como los victorinos de un tiempo a esta parte empezaron a claudicar más veces de lo debido, alguien de la familia decidió eliminar la frase genuina y poner varias entre las cuales mezclaron ésta ¡pero eliminando sibilinamente el 'se'! Acuérdense de que Cobradiezmos se fue al suelo cinco veces, una de ellas con las cuatro patas en el quite de Morenito.
No, señores, Victorino hablaba de que sus toros no se caían y eso le comportó agrias disputas con los ganaderos comerciales de los setenta y ochenta ya que le respondían que no se caían porque no se entregaban. Todos los afiliados de El Toro que tengan más de cuarenta años tienen que haber vivido aquella polémica. Y los más jóvenes seguro que llegaron a ver la antigua web donde aparecía a toda página la verdadera frase del pobre Victorino, a quien su propia familia tergiversa tristemente:
¿Tenemos razón o no, maestro? Desde el cielo estará diciendo que sí. Tendría que bajar usted por aquí a poner un poco de orden.
En caso de estar aburridos, pueden releer el homenaje que le dedicábamos aquí el año pasado por estas fechas. Recordábamos las tres corridas seguidas que lidió en Las Ventas donde verán que se picaba con caballos más livianos y que llevaban sólo un ojo tapado (aunque lo que debían de hacer al pobre caballo en el ojo destapado los golfos de la época es mejor no meneallo).
Saludos cordiales desde Tarragona. Rafa.